Hace tiempo entré a trabajar en
un centro educativo en Manga. No conocía a nadie, y nadie me conocía a mí.
Raras eran muchas cosas, acá todos se conocían pero pocos se conocían bien.
Muchos se apreciaban pero pocos se querían de verdad. Muchos trabajaban pero
pocos se habían sentado a verse a los ojos.
Yo, alguien totalmente nuevo me
enfrentaba a un desafío, dos centros educativos que se unían y que debían dejar
atrás melancolías e historias para comenzar una nueva. ¡Qué difícil! Por lo que
mi objetivo silencioso fue entonces “Construir un equipo unido y con fuertes
lazos”. No se lo dije a nadie, y nadie me lo cuestionó.
Mis preguntas, como las de todos,
seguramente fueran: ¿Qué rol debo ocupar en este equipo? ¿Cómo me quiero
mostrar? ¿Cómo me perciben? ¿Cuánto poder e influencia tengo yo? ¿Cuánto
necesito? ¿Cuáles de mis necesidades pueden ser satisfechas en este equipo?
¿Mis objetivos son los mismos que los de los demás? ¿Seré aceptado? ¿Aceptaré a
los demás?
Siempre hubo un buen clima, no lo
niego, y eso ayudó a que de a poco pudiéramos fomentar de verdad que entre
todos nos conociéramos más los corazones.
Determinadas luchas comunes
también ayudaron a unirnos más. Pero qué difícil era pararse desde el lado de
la construcción cuando se mira desde la crítica. De a poco tuve que bajarme de
ese caballo y ocupar ese lugar que otros no ocupaban, el de la mirada global y
de amor hacia todos, incluso hacia aquellos que no nos quieren.
Sabemos, siempre existen aquellos
que no nos quieren, siempre existirán. Pero ¿Qué será de nosotros si nos
dejamos afectar … si dejamos que nos roben el amor por lo que hacemos cada día?
Una vez, en este tiempo, tuve la oportunidad de sentarme frente a frente con
alguien que no nos quiere y decirle: lo mejor que tiene este CAIF es su equipo
y el amor por lo que hace.
Entonces, poco a poco fui armando
mates y sentándome a escuchar la vida de cada uno. No hubo un solo día donde no
conociera más la historia de alguno. Y aquí no sólo las del equipo, sino de
cada niño, de cada familia, de cada persona en este barrio… Pero hoy hablemos
de nosotros, de este equipo. Cuántas miradas se me cruzaron en la cocina,
cuántas palabras, cuántas historias… y cuánto de eso sirvió después para hacer
un trabajo efectivo desde la empatía y la construcción del equipo. ¿Acaso me
quedó alguien afuera?
La participación de todos en
proyectos pedagógicos, la forma de involucrarse de todos en aspectos que nada
tenían que ver con las aulas o los niños, el eneagrama, la misión y la visión,
los 5 minutos de lucas sugo, las juntadas fuera que brindaban por un equipo más
unido, y los problemas personales de cada uno que contaban siempre con una
oreja. Los términos familiares que usábamos para referirnos el uno al otro, los
abrazos, las miradas, las peleas, los llantos, los enojos y las grandes
alegrías.
Si, es cierto que por momentos
reinaba la desesperanza, ¿pero acaso ahora no sonreímos al menos una vez al
día? Supongo que es suficiente…
Y entonces pasó, me di cuenta, no
tenía mucho tiempo por delante. No le dije a nadie pero casi podía palpar que
poco tiempo de vida me quedaba. Por lo que el desafío más grande fue cómo dejar
algo en los corazones de esta gente, cómo hacer entender que lo más importante
que tenían estaba a su lado, con su gente, confiando en ellos.
Cinco meses, Cinco meses de
encuentros, entre pocos y entre todos. Cinco meses con oportunidades de crecer. Cinco meses con oportunidades de seguir sabiendo que lo más importante de todo es
confiar plenamente en mis compañeros, en su trabajo y en que van a dar todo de
sí para hacer lo mejor desde cada lugar. Fomentar siempre esto ¿Acaso no es eso
el liderazgo? ¿Acaso no es eso el equipo? ¿Acaso no es eso la educación? ¿Acaso
no es eso el verdadero amor?
Gracias Manga, gracias CAIF,
gracias Rinconcito, gracias CAPRA… Gracias Fraternidad.
Nico.
1 comentario:
Desde hace dos años. !!! ¿Cómo estará cada intehrante de ese grupo? ¿Como estarán cada niño dos años después? Y los padres? Cada ser humano, es una historia
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