jueves, 7 de agosto de 2014

Carta al equipo de trabajadores del CAIF Fraternidad.

Hace tiempo entré a trabajar en un centro educativo en Manga. No conocía a nadie, y nadie me conocía a mí. Raras eran muchas cosas, acá todos se conocían pero pocos se conocían bien. Muchos se apreciaban pero pocos se querían de verdad. Muchos trabajaban pero pocos se habían sentado a verse a los ojos.

Yo, alguien totalmente nuevo me enfrentaba a un desafío, dos centros educativos que se unían y que debían dejar atrás melancolías e historias para comenzar una nueva. ¡Qué difícil! Por lo que mi objetivo silencioso fue entonces “Construir un equipo unido y con fuertes lazos”. No se lo dije a nadie, y nadie me lo cuestionó.
Mis preguntas, como las de todos, seguramente fueran: ¿Qué rol debo ocupar en este equipo? ¿Cómo me quiero mostrar? ¿Cómo me perciben? ¿Cuánto poder e influencia tengo yo? ¿Cuánto necesito? ¿Cuáles de mis necesidades pueden ser satisfechas en este equipo? ¿Mis objetivos son los mismos que los de los demás? ¿Seré aceptado? ¿Aceptaré a los demás?

Siempre hubo un buen clima, no lo niego, y eso ayudó a que de a poco pudiéramos fomentar de verdad que entre todos nos conociéramos más los corazones.

Determinadas luchas comunes también ayudaron a unirnos más. Pero qué difícil era pararse desde el lado de la construcción cuando se mira desde la crítica. De a poco tuve que bajarme de ese caballo y ocupar ese lugar que otros no ocupaban, el de la mirada global y de amor hacia todos, incluso hacia aquellos que no nos quieren.

Sabemos, siempre existen aquellos que no nos quieren, siempre existirán. Pero ¿Qué será de nosotros si nos dejamos afectar … si dejamos que nos roben el amor por lo que hacemos cada día? Una vez, en este tiempo, tuve la oportunidad de sentarme frente a frente con alguien que no nos quiere y decirle: lo mejor que tiene este CAIF es su equipo y el amor por lo que hace.

Entonces, poco a poco fui armando mates y sentándome a escuchar la vida de cada uno. No hubo un solo día donde no conociera más la historia de alguno. Y aquí no sólo las del equipo, sino de cada niño, de cada familia, de cada persona en este barrio… Pero hoy hablemos de nosotros, de este equipo. Cuántas miradas se me cruzaron en la cocina, cuántas palabras, cuántas historias… y cuánto de eso sirvió después para hacer un trabajo efectivo desde la empatía y la construcción del equipo. ¿Acaso me quedó alguien afuera?

La participación de todos en proyectos pedagógicos, la forma de involucrarse de todos en aspectos que nada tenían que ver con las aulas o los niños, el eneagrama, la misión y la visión, los 5 minutos de lucas sugo, las juntadas fuera que brindaban por un equipo más unido, y los problemas personales de cada uno que contaban siempre con una oreja. Los términos familiares que usábamos para referirnos el uno al otro, los abrazos, las miradas, las peleas, los llantos, los enojos y las grandes alegrías.

Si, es cierto que por momentos reinaba la desesperanza, ¿pero acaso ahora no sonreímos al menos una vez al día? Supongo que es suficiente…

Y entonces pasó, me di cuenta, no tenía mucho tiempo por delante. No le dije a nadie pero casi podía palpar que poco tiempo de vida me quedaba. Por lo que el desafío más grande fue cómo dejar algo en los corazones de esta gente, cómo hacer entender que lo más importante que tenían estaba a su lado, con su gente, confiando en ellos.

Cinco meses, Cinco meses de encuentros, entre pocos y entre todos. Cinco meses con oportunidades de crecer. Cinco meses con oportunidades de seguir sabiendo que lo más importante de todo es confiar plenamente en mis compañeros, en su trabajo y en que van a dar todo de sí para hacer lo mejor desde cada lugar. Fomentar siempre esto ¿Acaso no es eso el liderazgo? ¿Acaso no es eso el equipo? ¿Acaso no es eso la educación? ¿Acaso no es eso el verdadero amor?

Gracias Manga, gracias CAIF, gracias Rinconcito, gracias CAPRA… Gracias Fraternidad.
Nico.

1 comentario:

nimuy dijo...

Desde hace dos años. !!! ¿Cómo estará cada intehrante de ese grupo? ¿Como estarán cada niño dos años después? Y los padres? Cada ser humano, es una historia