
Muchas cosas se van con el viento y a uno le viene esas ganas de saltar y atraparlas fervorosamente... pero no se puede. Entonces nos sentimos impotentes... pensativos. Y ahí: dentro de nuestro laberinto mental, cuando menos lo esperamos el recuerdo ataca cual lobo hambriento con ganas de ser recordado.
2 comentarios:
Y es que a los recuerdos se les olvida que en su naturaleza está el ser un poco efímeros, a veces ausentes y olvidadizos.
totalmente de acuerdo mi querida amiga.
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